Desde los medios de comunicación nacionales, hasta las
cadenas de televisión europeas, destacaron la enorme capacidad de convocatoria
y el poderoso papel que jugaron en la vertiginosa caída de Hosni Mubarak y el
régimen dictatorial que impuso en Egipto. Pero en Tamaulipas, la gente ha
dejado de salir a las calles cuando alertados por las redes sociales, se
anuncian bloqueos, balaceras (reales o ficticias) en las calles. ¿Por qué
menciono este punto de realidad o ficción? Porque se quiera o no, y para bien y
para mal, las redes sociales adquieren a cada momento una mayor credibilidad
entre los ciudadanos, sobre todo en aquellas sociedades donde la credibilidad
de las instituciones tradicionales (estado, iglesia, medios tradicionales de
comunicación) se ha deteriorado considerablemente.
Imaginemos que en estos turbulentos días y a la sombra de
la última masacre en Ciudad Nezahualçóyotl se corre en las redes sociales el
rumor de una posible balacera, y un famoso comunicador anuncia en su programa
de noticias en horario nocturno que esto no será así, ¿a quién damos mayor
crédito? ¿a la vía tradicional o a la fuerza de una red social respaldada por
miles de usuarios hartos, que en virtud de estas redes se perciben cercanos y
no sólo eso, sino solidarios y pares?
Lo cierto es que no tenemos datos duros al respecto, o al
menos, desconozco si se han hecho estudios serios del impacto y credibilidad de
estos medios; habrá sin duda un sector de la población que se incline por el
comunicador tradicional, pero ¿qué porcentaje lo hará por las redes? ¿serán en
su mayoría jóvenes? ¿cuál será el perfil de estos usuarios? Las redes sociales
ganan terreno a pasos agigantados precisamente porque responden a una
horizontalidad social mucho más democrática y participativa, también a una
intencionalidad menos clara y directa que la que emana de un solo actor; esto
es lo que genera mayor credibilidad y también mayor capacidad de influencia. Y
si no, pregntémosle a Mubarak.
Haciendo un poco de historia, recordemos que internet
surgió como resultado de la inteligencia militar, y en la vorágine de una
sociedad deslumbrada por el neoliberalismo, el libre comercio y la
globalización, la herramienta pasó pronto al acceso de la sociedad.
Irónicamente, los regímenes que pugnaban por el liberalismo económico y la
neutralización del poder del estado, se dejaron penetrar por una quinta columna
y esa misma globalización es lo que ahora los debilita: tal es el caso de
Julian Assange y wikileaks.
Y vuelvo al inicio de este texto. No cabe duda que los
seres humanos podremos seguir siendo los mismos, dominados por las mismas
pasiones y persiguiendo los mismos fines, pero cada nueva era ha llegado
marcada por sus propios signos y herramientas. El reto que nos queda es lograr
el acceso universal a ellas, sólo así, quienes vivamos en esta nueva era
podremos presumir sobre las anteriores la cristalización de un sueño: la
equidad de su uso en beneficio de la humanidad.